La Cocina

Hoy quiero compartir un post diferente que preparé este pasado fin de semana. Como seguro le pasa a casi todo el mundo, ¡Me encantan los viernes por la noche!

Llegar de la oficina, ponerme cómoda, abrir una botella de vino, compartir una copa y charlar hasta las mil con mi chico es lo que yo considero un plan perfecto…
Normalmente nos turnamos para hacer la cena e intentamos improvisar-sorprendernos el uno al otro. El picante nos apasiona y casi siempre es la base de inventos culinarios que no se vuelven a repetir porque es imposible acordarse…

Nos hemos dado cuenta que cada vez pasamos más tiempo en la cocina y que, con invitados o solos, siempre acabamos centrando las reuniones en ella. ¿No te ocurre lo mismo?. Uno de mis sueños es tener una cocina gigante, como éstas antiguas que suelen tener las casas campo, que sea amplia y diáfana, abierta hacia el salón y con una gran isla de madera en medio. Cocinar al mismo tiempo que ves como transcurre la vida en tu hogar debe ser una experiencia increíble. Mientras ese sueño sigue gestándose, los dos nos conformamos con nuestras mini cocinas, que a pesar de ser pequeñitas, han ido creciendo en confort. Pocoo a poco hemos ido ganando en organización y todo gracias a una gran cantidad de utensilios y productos que nos han ayudado a administrar el espacio de forma óptima. Ahora te cuento: ¿Lo que nos falta y nos hemos puesto como meta antes de que acabe el año? Pues poner el ojo en cómo decorarla y darnos un paseo por IKEA, a ver qué novedades tienen para este 2017. Cada año, por estas fechas, espero su nuevo catálogo como agua de mayo, y siempre se convierte en mi libro de cabecera hasta que lo he visto y revisto 10 veces. Este año me centraré en la cocina indudablemente y en ver qué toque original ( y sobre todo con personalidad) vamos a darle a nuestro rincón favorito de la casa. ¡Planazo!

Me despido con unas inspiraciones, un beso grande y un poema muy sabroso 🙂

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ODA A LAS PAPAS FRITAS

Chisporrotea en el aceite hirviendo
la alegría

del mundo: las papas fritas entran

en la sartén como nevadas plumas
de cisne matutino

y salen
semi doradas por el crepitante ámbar de las olivas.

El ajo
les añade
su terrenal fragancia,
la pimienta,
polen que atravesó los arrecifes,
y
vestidas
de nuevo
con traje de marfil, llenan el plato con la repetición de su abundancia y su sabrosa sencillez de tierra.

“Oda a las papas fritas”. Pablo Neruda en Odas elementales.